Nordkapp en moto, mayo´14... Parte 1!!

Nordkapp, en moto, en mayo de 2014… No apto para pusilánimes!!

(… y después de tanto esperar, llegó el momento, me senté en mi moto y puse rumbo al norte…)



Queridos amigos y seguidores. Esta crónica es muy especial y será distinta a las demás que hasta ahora he escrito, pues se trata del mejor viaje y el mayor reto de los que he afrontado hasta ahora. Las circunstancias en las que se gestó este viaje, me hizo abrir un grupo de whatsapp para poder hacer un seguimiento de las distintas jornadas con las personas mas cercanas a mi. En este grupo se gestó, de la mano de mi gran amigo Roberto el Vikingo, una historia fantástica en paralelo a los datos que íbamos enviando, que no puedo por menos que plasmarla en la crónica. Figurará entre comillas con letra cursiva, siempre en el sitio que cronológicamente le corresponda.

Espero que disfrutéis de esta genialidad del gran Rober, así como también del resto del relato, las fotos y los vídeos...

Jueves, 1 de mayo de 2014. Víspera del viaje

“… Sir Dániel alargó su mano hacia el fuego, ensimismado y pensativo. Tan solo restaba una jornada para iniciar su largo viaje a lomos de su brioso corcel. Las tierras de los guerreros del norte eran su destino, un lugar donde, según contaban las leyendas, el sol no llegaba a ponerse. Duras jornadas le esperaban, pero también grandes victorias. El caballero retiró la mano del fuego, dibujó una leve sonrisa al tiempo que escuchaba el relincho de su montura. La suerte estaba echada...”

Viernes, 2 de mayo de 2014. Comienza el viaje


“El ansiado día había por fin llegado!!

Sir Dániel, el caballero, despertò aquel dia nervioso, muy inquieto. Quedaban pocas horas para la ansiada partida. No podía creer que el momento hubiera llegado, se acercó a su caballo de hierro y colocó en sus alforjas unas viandas para tan duro camino. Las tierras del norte, el final del mundo conocido, eran su destino…”

Por la impaciencia del viaje, llevaba sin dormir bien desde una semana antes de la partida. El mismo día en que iniciaba esta aventura, prevista para las 16,00hrs, lavé mi moto por tercera vez en esa semana, y repasé por enésima vez todo aquello que ya había repasado tantas veces. El nivel de aceite, correcto. La lista de los objetos que llevaría, todo en su sitio. Los mapas y documentación sobre lo que sería imprescindible visitar, memorizados. Los paquetes de viandas para las noches en los hytters, listos!!



Mirando ensimismado como el lento minutero avanzaba poco a poco hacia adelante, de pronto llegó donde necesitaba que llegara para ponerme en marcha. Llegó poco después mi mujer Maribel de trabajar cuando ya la esperaba en la calle, con el traje de montar puesto y la moto arrancada. Según nuestra planificación, saldría yo solo para recogerla en el aeropuerto de Estocolmo 5 días después, puesto que ella no disponía de los mismos días de vacaciones que yo y estaba obligada a salir más tarde.

“La espera fue larga pero al fin llegó el momento.

Sir Dániel, el caballero ultimaba los últimos detalles para su partida. Acarició su corcel de hierro, se colocó la armadura y yelmo y , entre vítores y gritos de alabanza de aquellos que lo despedían, subió a su montura. La aventura no había hecho más que comenzar. Su caballo de hierro emitió un bramido ensordecedor al tiempo que Sir Dániel alzaba su mano a modo de despedida. Una dulce sonrisa se dibujó en su rostro y sin más dilación comenzó a cabalgar mientras emitía un sonoro grito de satisfacción que no pudo reprimir.”

La expectación que había causado nuestra locura de viaje, hizo congregar a varios amigos, vecinos y familiares para verme salir. Incluso mi cuñado Fernando quiso acompañarme unos kilómetros con su moto. Unos besos por aquí, unas lágrimas por allá y levanté el pie del suelo para acomodarlo en su estribera… ESTABA CAMINO DE CABO NORTE!!!



Toda la tensión acumulada desde el momento que conté con la aprobación y complicidad de mi querida esposa, escapó mediante una serie de gestos y gritos de auto-ánimo que me dirigí a mi mismo en la soledad de mi casco. Una mezcla de felicidad y de responsabilidad se apoderó en ese momento de mi persona, pues por una parte iniciaba mi gran viaje soñado, pero por otra no tenía claro si conseguiría llegar a mi objetivo debido a las grandes nevadas que en ese mismo momento estaban cayendo sobre toda la parte alta de mi ruta. Mi temor al fracaso se fue disipando poco a poco, mientras me centraba en lo único que importaba en ese momento: rodar con mi moto!!

Poco después de que mi cuñado Fernando me abandonara a mi suerte, atravesé Soria con un bestial viento cruzado que me obligaba a ir totalmente de lado en la carretera. Ya he tenido experiencias similares en viajes en moto, pero gracias al peso y la estabilidad de mi montura, no tuve ni sustos graves ni percances de ningún tipo.

Como despedida, mi país me obsequió con una ligera llovizna atravesando el País Vasco. Ya adelanto que, contra todo pronóstico, resultaron ser las únicas gotas de agua de lluvia que nos cayeron a lo largo de todo nuestro viaje… Increíble!!

Nada más cruzar la frontera a Francia, la ligera lluvia cesó y continué mi marcha hacia el camping La Dune, junto a la Duna du Pilat, donde me esperaban mis amigos Oscar e Isa para acogerme en su autocaravana la primera noche. Llegué sin ningún contratiempo sobre las 22:00hrs y, al no haber nadie en la recepción del camping, entré directamente y aparqué junto a la autocaravana de mi amigo. El recibimiento fue digno de un rey, con una magnífica cena a base de tortilla de patatas y embutidos de su zona (ellos son de Vitoria).



Dormí perfectamente, con los primeros 645kms en mi marcador personal y la ilusión de que al día siguiente continuaría el sueño en dirección a Alemania.




Kms parciales: 645





Sábado, 3 de mayo de 2014. La transición por La France


“El primer destino importante de Sir Dániel no era otro que el acudir al encuentro de Lady Mary Bell, quién acudiría a la cita ya en tierras escandinavas, a lomos del gran Dragón Alado. Juntos pondrían rumbo a aquellas Tierras Vikingas de las que tantas maravillas habían escuchado…”

De este día hay poco que hablar. Tenía previsto pasar a la subida por Nurburgring para entrar en el mítico Nordschleife, de modo que todo lo que pudiera avanzar hacia allí, sería perfecto.



Como la mayoría sabréis, nosotros viajamos a menudo por Europa y sinceramente, estoy muy harto de los abusivos precios de los peajes franceses, así que le indiqué al GPS que evitara los peajes, sin importar si daba más vueltas o me metía demasiado por núcleos urbanos. Lo cierto es que me encantan los pequeños pueblecitos franceses, con tantas alusiones a las numerosas guerras en las que han participado y los verdes prados de su campiña, de modo que, a pesar de ser un día duro de kilómetros, disfruté bastante de esa jornada de moto.



Tras varios repostajes, un par de paradas en restaurantes de comida rápida y atravesar rápidamente Luxemburgo, me presenté sobre las 21:00hrs en el pueblo alemán de Manderscheid, muy cerca de Nurburgring, donde un Hotel Bed and Breakfast motero que tenía visto, me ofreció una magnífica habitación a un precio muy razonable. Después de lo que se convertiría en un imprescindible ritual durante todas las llegadas a hoteles de ahí en adelante, cargando todos y cada uno de los dispositivos electrónicos, me dormí mucho más cansado que el día anterior, pero aún con una gran sonrisa dibujada en la cara.




Kms parciales: 1.655











Domingo, 4 de mayo de 2014. La Montaña Rusa Verde


Al salir de la cama, me esperaba un sano desayuno alemán a base de zumos y frutas varias, que degusté en abundancia y con rapidez, aunque ya veremos que eso tuvo alguna consecuencia cómica más adelante.




Posteriormente, después de una grata conversación con el dueño del hotel, motero desde hace muchos años que, al preguntarme por mi destino alucinaba con lo que tenía previsto, me puse en marcha para cumplir el primer objetivo importante del viaje: rodar por los más de 20 kms del circuito Nordschleife de Nurburgring por primera vez en mi vida.

Nada más llegar a los alrededores del circuito, me di cuenta de la dificultad que iba a suponer rodar por el mítico circuito, teniendo en cuenta que era una preciosa y soleada mañana de domingo. La cola de coches para entrar al circuito era brutal, pero como buen motero, siempre impaciente, los adelanté a todos ellos para presentarme, todo chulo, en la barrera de entrada del circuito ante una multitud que fotografiaba a los afortunados conductores de los más variopintos coches deportivos que esperaban para entrar. Al verme, inmediatamente el encargado de dar paso empezó a chillarme en alemán algo que no era capaz de entender. Al pedirle que me lo dijera en inglés, me indicó que en ese momento las motos tenían la entrada prohibida. Le pregunté que cuándo podría entrar y me dijo que sería cuestión de varios minutos o, como mucho, una hora. Eso fue una suerte, pues mientras daba la vuelta, otro encargado me señaló la cámara que llevaba acoplada al casco y me dijo que la cámara la tenía que quitar, pues no estaba permitido grabar en el interior del circuito.




De modo que llegué al parking, saqué mi entrada en la que me dieron una tarjeta que pude traer de recuerdo y pensé la manera de grabar sin que se dieran cuenta. Tras unos breves ensayos, encontré la manera de llevar la cámara oculta en la cazadora, colgada de la cinta del casco, que me permitiría colocarla en su sitio en marcha sin ninguna dificultad tras superar la barrera de entrada.

De modo que llegó el momento, desapareció la señal de prohibición de motos y sin pensarlo, me ajusté la cámara en el sitio ensayado y me metí en el circuito.




Fue una locura!! Esos locos de la velocidad, al volante de esos deportivos de cientos de caballos, me pasaban por todas partes. Los chirridos de los neumáticos en las curvas me hacían agarrarme fuerte al manillar, preparándome para algún posible impacto que, afortunadamente, no llegó a producirse. El olor a goma quemada era sobrecogedor y el ruido de los tubos de escape preparados para correr, atronaba por todas partes. Con todo y con eso, me sentía relativamente seguro. Lo que más me sorprendió del circuito, fue los brutales cambios de rasante que hay entre las complicadas curvas enlazadas. Jack Stewart le puso el apelativo de “Infierno Verde”, pero creo que cualquiera que haya rodado por él, entenderá que yo lo haya bautizado personalmente como “La Montaña Rusa Verde”. Esas subidas y bajadas, más dignas de un parque de atracciones que de un circuito de carreras, te obligan a preparar las trazadas teniendo más en cuenta las inercias que en los circuitos planos. Sobre todo cuando pilotas una moto de 400kg cargada hasta los topes. No pude trazar correctamente la famosa curva carrusel por el intenso tráfico, pues intentaba no estorbar a los más lanzados, pero sólo el hecho de circular por el exterior de esa legendaria curva me puso la piel de gallina.



Durante toda mi vuelta, no tuve oportunidad de adelantar a ningún coche, pero debo decir para salvaguardar mi honor, que no era el único que era adelantado por casi todos. Tuve un par de coches detrás de mí que me acompañaron a mi ritmo durante toda la vuelta. Eso sí, cuando llegó el momento de salir, pasé por medio de decenas de coches que poco antes me habían adelantado rabiosamente y que ahora esperaban su turno pacientemente… Ventajas de moverse en moto!!

Aún emocionado, aparqué la moto junto al la “fan shop” del circuito, para comprar mi recién ganada pegatina de Nurburgring. Unas fotos más de recuerdo y continué mi camino hacia un nuevo país aún no explorado por mí: Dinamarca.


Un minuto justo después de abandonar el pueblo de Nurburg, se encendió una alarma urgente en mi organismo: la fruta del desayuno quería salir inmediatamente!! Sin prácticamente tiempo a decidir, paré en una curva en medio de un frondoso bosque que tenía un camino de servicio y, tras quitarme urgentemente todo lo que pude, me desahogué escondido entre unos pinos jóvenes usando la moto como parapeto. Una vez terminada la faena, vino el problema de la higiene. Sin pañuelos ni servilletas, mi salvación pasó por utilizar un paquete de toallitas especiales para limpiarse las manos tras dar presión a los neumáticos, que superó con nota su nuevo cometido!! Quiero creer que esta anécdota no tuvo nada que ver con la tensión sufrida mientras circulaba por el circuito, sino por mi abundante desayuno a base de fruta...


De vuelta a la normalidad, seguí mi marcha hacia Kolding, pasando a conocer de camino el monumento más visitado de Alemania según la wikipedia, la Catedral de Colonia. Es una pena que no pudiera encontrar un sitio con la perspectiva suficiente para fotografiar la catedral entera, así que me tuve que resignar a hacer fotos de su fantástica fachada.



Tras el descanso en Colonia, seguí incansable con mi camino. En el siguiente repostaje, al revisar la presión de los neumáticos como cada día, me encontré con un ingenioso sistema portátil que acumula la presión cuando está en reposo colgado de la instalación y luego puedes llevar donde necesites, sin mangueras por medio.

A la salida de Colonia, sufrí mi primer gran atasco de varios que hemos tenido durante el viaje, causado por unas obras que los alemanes hacen siempre a lo grande. Allí no cortan un trozo de la carretera para arreglarla, sino que cogen decenas de kilómetros y, literalmente desmontan cada trozo de asfalto. En ese caso fueron más de 60 kilómetros circulando apretados dos carriles de ida junto a otros dos que circulaban en sentido contrario, todos juntos en el espacio dedicado normalmente a sólo tres carriles. Me llamó la atención que allí no está bien vista nuestra costumbre de avanzar entre los coches parados, como también hacen en Francia, pues varios conductores me pitaron enfadados…



Sin ningún contratiempo, llegué a Kolding sobre las 21:00hrs y me puse a buscar hotel. El GPS me indicó un par de sitios que ya estaban cerrados, pero finalmente di con un Bed and Breakfast dirigido por una encantadora señora danesa llamada Karem, que me ofreció una estupenda habitación con desayuno incluido, al mejor precio que tuve durante todo el viaje.

Después de poner a cargar todo el paquete tecnológico, un skype con Maribel y con nuestras hijas me dio la tranquilidad necesaria para dormir a pierna suelta toda la noche…

Kms parciales: 2.490

Lunes, 5 de mayo de 2014. La Transición Escandinava


Me levanté totalmente descansado y me esperaba una fenomenal desayuno que compartí con la dueña de la casa y con una pareja de franceses de mediana edad que tenían pensado asistir al Festival de Eurovisión en la vecina Copenhague. No hablaban nada de inglés, pero la mujer chapurreaba el español, pues había tenido a un hijo estudiando un año en Madrid. Me dijo que fue un año perdido, salvo por lo que había aprendido de idioma, porque su hijo se tiraba el día de fiesta en fiesta… Esa es la fama que nos hemos ganado a pulso en el extranjero!!

Mientras desayunaba vi por la ventana que llovía ligera pero continuadamente, así que me dije que había llegado el momento de mojarme de verdad en mi viaje y me preparé para lluvia.

Salí de la habitación cuando justo dejó de llover. Pensé que tarde o temprano me mojaría en esa jornada, así que me mantuve vestido con el traje de lluvia y la cubierta protectora de la bolsa sobredepósito, pero afortunadamente me equivoqué y no ví nada de agua ni en el resto del día ni en los posteriores…


Al poco de salir a la autopista, sufrí el momento más triste del viaje: iba circulando a baja velocidad por el carril de la derecha, pues llevaba un día de adelanto respecto al programa previsto y de pronto me atropelló un pajarito pequeño que pretendía cruzar la carretera, golpeándome en el pie, con resultado fatal para él. Todo el que me conoce sabe de mi amor por los animales, en especial por las aves, de modo que estuve amargado los 180 kilómetros siguientes, hasta que llegué al puente de Storebaelt que está poco antes de llegar a Copenhague. En ese momento se me quitó la pena al observar esa obra de arte de la ingeniería. Se trata del puente colgante más largo del mundo con casi 7 kilómetros y fue una experiencia alucinante poderlo atravesar en moto, pues te permite disfrutarlo desde más puntos de vista que encerrado en un coche.

Poco tiempo después, tras pagar el caro peaje del puente, llegué a Copenhague. Es una ciudad preciosa que teníamos previsto visitar de regreso cuando llevara a Maribel conmigo, pero como tenía tiempo, decidí circular por el centro para ver qué le podría enseñar a mi mujer cuando volviéramos de regreso. Me entretuve un poco más en la entrañable Sirenita y en el barrio de Christiania, del que ya hablaré en el relato del regreso.


Tras mi paseo turístico, continué mi marcha hacia Suecia pasando por el también impresionante puente de Oresund que, a pesar de ser más corto que el de Storebaelt, el peaje que se paga es más caro. Ya se comenzaba a vislumbrar el nivel de precios que se estila por Escandinavia…



Decidí pedirle al GPS que me recomendara una ruta de curvas para moto hacia Estocolmo, donde tendría que recoger a Maribel dos días después, sin importarme si me daba más vueltas. La ruta que me ofreció me llevaba hacia Jonkoping y el lago Vattern, que es conocido por ser la mayor concentración de agua potable del mundo. Ese tramo resultó ser una delicia de carreteras secundarias que pasaba entre frondosos bosques.

Una vez que llegué a Jonkoping, resultó ser una ciudad muy turística y al preguntar precio en un hotel Ibis, me quisieron cobrar 190 euros por una sola noche en una habitación sencilla, así que seguí un poco más hacia adelante para buscar algo más razonable… Al final encontré, a la orilla del enorme lago, el hotel Vatternleden, donde me ofrecieron mi primer hytter del viaje. El hytter resultó ser una encantadora cabaña de madera, perfectamente calefactada, con su baño completo, cocina y cama doble. Además, el precio fue bastante razonable e incluía el desayuno, así que acepté muy contento.



Tras la rutina de carga de baterías y otro skype con las niñas, dormí aún más cansado que la noche anterior, pero contento porque todo iba perfectamente…

Kms parciales: 3.081

Martes, 6 de mayo de 2014. La Última Etapa en Solitario


De nuevo amaneció con pinta de caer mucha agua y de nuevo me preparé para la lluvia, pero al terminar el desayuno, el cielo abrió y directamente salí con el traje de agua guardado en la maleta. Me estaba empezando a acostumbrar al respeto que me procesaba el clima de manera peligrosa, pues temía que todo lo que no me había caído de agua hasta entonces, me caería de golpe tarde o temprano...

Puse como destino en el navegador Estocolmo y éste me indicó que tenía sólo 300kms, así que decidí que me llevara por ruta alternativa de curvas para motos… Disfruté de una jornada sin prisas, a baja velocidad, por parajes de una densa espesura de bosques y con un clima muy agradable.



En el primer repostaje en una estación Statoil, hice uso del cubo disponible para limpiar los parabrisas y le di un repaso a la moto entera. Me llamó la atención que los cubos, así como el equipo de presión para los neumáticos, están protegidos por unas mamparas para evitar congelamientos. También tienen servilletas de papel para secar lo lavado, así que dejé la pantalla como nueva y la moto entera en un estado bastante aceptable.


Aún a pesar de tomármelo con calma, tras comer algo por el camino, a primera hora de la tarde estaba circulando por Estocolmo para buscar alojamiento. Finalmente, en un céntrico camping, disponían de unos hytters a muy buen precio, algo sorprendente, aunque más tarde me daría cuenta las razones por las que tenían un precio tan bajo…



Una vez instalado, me puse ropa más cómoda (la temperatura no estaba mal) y me fui a dar una vuelta por el centro de Estocolmo. No me gustó tanto como la anterior gran ciudad que había visitado: Copenhagen. Me consta que es una bella ciudad, pero el centro era caótico por el denso tráfico y estuve a punto de ser embestido un par de veces por conductores despistados. Decidí parar en una curiosa terraza flotante sobre un bello fiordo que era mitad floristería y mitad bar de copas, con un aspecto muy entrañable. Me tomé una cerveza natural de allí mientras disfrutaba del precioso entorno y de la wifi gratuita que me permitió hacer un nuevo skype con mis hijas.



“Sir Dániel siguió colonizando aquellos lugares por donde avanzaba. Tomóse una pócima del lugar que le recomendó un aldeano para poder seguir afrontando con gallardía los trasiegos de su destino. A su vez, Lady MaryBell preparábase con impaciencia para acudir al encuentro de sir Dániel. El dragón alado la esperaba con premura...”

Poco después, volví al hytter, pasando antes por un supermercado para comprar algo de cena. Al llegar a mi habitación, me encontré en una solitaria estancia, sin televisión, ni wifi, ni nada que permitiera  ningún tipo de entretenimiento. Cuando cené, y tras poner a cargar todo el equipo electrónico, me entró una nostalgia que me hizo preguntarme qué pintaba yo en aquel lugar sólo y aburrido. Al día siguiente recogería a Maribel, pero mientras, ahí estaba yo solo sin nada que hacer, sólo a las 21hrs de la noche.


A 3.000 kilómetros de mi solitaria habitación, mi mujer tuvo una víspera de su salida a mi encuentro realmente mala. Probablemente debido a los nervios de viajar sola, se le soltó la tripa y pasó más tiempo en el servicio del que hubiera preferido.


Mientras tanto, como yo veía que en el estado de desasosiego que estaba, me costaría trabajo dormir, decidí salir a dar un paseo por un fiordo cercano. El frío iba bajando, así que caminé un par de horas a paso ligero mientras bordeaba una bonita zona preparada para el baño en verano.



“Odin mandó un maleficio a lady MaryBell. Quiso probar su firmeza descomponiendo su cuerpo, pero con ello no hizo más que acrecentar su deseo de surcar los cielos en pos de sir Daniel, rumbo hacia donde la magia divina hacía que no se pusiera el sol.


Aquella noche sir Dániel se hundió en la espesura de la tristeza y el desánimo y salió de su morada en pos de alguna señal que lo reconfortara. Los árboles lo acogieron cual hijo de la naturaleza y hablándole moviendo sus ramas con la brisa le recordaron el oráculo; un gran dragón alado sería el portador de la alegría…”


El paseo me dejó tan cansado que nada más llegar a la cama, me quedé dormido. Me consolaba que al día siguiente comenzaría una nueva etapa en la que ya no tendría lugar la nostalgia. Viviríamos en pareja los momentos buenos y los menos buenos...

Kms parciales: 3.392



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